La experiencia grupal como método de investigación
La experiencia grupal como método de investigación.[1]
Jaime A. Reyes
Introducción
Los métodos de investigación en ciencia sabemos que pueden dogmatizarse,
la práctica de un método es para algunos una conquista irrenunciable. Nos
topamos inmediatamente las tensiones para estudiar la psique humana, conciliar
la objetividad y la subjetividad es una tarea que ha ocupado a muchos autores
en la psicología y el psicoanálisis, obviamente una forma de evadir el problema
es anulando la subjetividad, obsesionándose con la medición de la realidad.
El análisis personal como el análisis grupal los considero dos métodos de
investigación que están incluso –es mi hipótesis- al margen de las investigaciones cualitativas
y cuantitativas propiamente dichas. Este ensayo fue presentado en una reunión académica
del diplomado de grupo operativo, se convoca cada seis meses para que los integrantes
presenten su trabajo y reflexiones sobre el grupo, el texto expresa mi
experiencia grupal considerándola un método de investigación sobre los procesos
inconscientes. ¿Cómo se relaciona el individuo en un grupo? ¿Qué formas toma el
yo en la situación grupal? Y siguiendo a Ana Pampliega Quiroga ¿Qué paralelismo
existe entre los procesos de pensamiento primario y la ansiedad que convoca el
grupo? Se imponen dos disciplinas para pensarlo, la sociología y el
psicoanálisis.
En el libro “psicoterapia de grupo”
León Grinberg, Marie Langer y Emilio Rodrigué nos dicen “las comunicaciones de varias personas
reunidas en un grupo permiten hacer inferencias con respecto a los mecanismos
inconscientes de interacción del grupo” Estos autores junto con Freud –
psicología de las masas y análisis del yo- fueron referentes casi obligados en
la construcción del ensayo, pero bueno los dejo a solas con el texto.
La experiencia.
Recuerdo bien el momento en que me invitaron a participar en el
“diplomado” de grupos operativos, semanas antes había recibido por parte de una
compañera el programa y la estructura del curso, presentación de power point y
una propuesta bastante estructurada de 5 módulos, hasta ese momento mi única
vivencia formativa la había conseguido en mi análisis que empecé en el 2009, no
estaba satisfecho, la clínica sentía que se oponía a lo social. No lograba
articular el malestar individual con el
malestar en la cultura y sus instituciones, al respecto Rodrigué menciona:
"Un problema candente en el psicoanálisis actual reside en que las
verdaderas contradicciones sociales, aquellas cuya presencia marca al
individuo, son invisibles desde el diván"
Lo que trato de decir es que para sumergirme en mi tuve que dejar de
lado las problemáticas que me apasionaban y con las que contraje una deuda
sintomática, ingrese a grupo operativo porque quería aprender la técnica y
agudizar mi mirada en la tan redundante “clínica social” estaba poco a poco
ignorando y anulando la relación
estrecha entre un contexto histórico, subjetivizante y el malestar de una
cultura, que las demandas sintomáticas aparecen en la clínica como producto de
esa relación entre un sujeto deseante y un modo particular de subjetividad
social, que no es de a gratis el sujeto consumidor-consumista contemporáneo y
las formas de relacionarse con el otro pero también con el Otro con mayúsculas,
con su inconsciente, recorrer la posibilidad de la desalienación , el acceso a
unas migajas de auténtica libertad, esa era la apuesta.
La primer parte del infierno de mi análisis duró cerca de 10 meses lo viví
como si fuera un turista en una tierra lejana, bastante pintoresco por cierto,
como paralelismo recuerdo una anécdota de un viaje que hice a España, comparo
mucho esa situación con mi experiencia analítica y grupal imagínense lo
siguiente: un mexicano caminando cerca del museo del Prado, un poco perdido un
poco fascinado por las calles en Madrid y bajo el brazo su librito de Joaquín
Sabina titulado “en carne viva” de repente un señor de entre 50 y 60 años se acerca
y me dice: ¡Sabina! Ese libro está de puta madre. Medio le conteste algo
intimidado, pero ahora pienso que el colmo hubiera sido decirle: Cojones claro
que si tío. Y pasar por un gachupín desapercibido según yo, algo muy parecido a
lo que Woody Allen expresa brillantemente con su personaje Zellig el camaleón
humano, un hombre que se adaptaba tan bien y tan drástico a su medio que tomaba
todas las características de su interlocutor, en momentos abogado, psiquiatra,
judío, griego etcétera.
Ya entrando en materia opino que la experiencia grupal pasa por esos
puntos, el primero que mencionare es la identificación como defensa frente a la
ansiedad arcaica que convoca un grupo, la individualidad se ve amenazada por el
miedo de “perder la identidad” chapoteamos en egoísmo, hostilidad,
racionalizaciones etc. Para acceder a la experiencia grupal no nos haría nada
mal des organizarnos en ese sentido, aunque sea de 10:30 a 1:30 cada sábado y
de forma semanal, cada quién vive de manera particular esta renuncia a la
supuesta certeza de su identidad.
Mis compañeros de grupo recordaran los innumerables momentos de humor
que vivimos y de los que también abusamos, estarán de igual manera conscientes
(eso supongo) de otras maneras para defenderse de la situación grupal, por
ejemplo con la devaluación del espacio, honorarios, horarios, devaluación de
las asociaciones libres, dificultad para abandonar el texto o su opuesto
semejante, la obsesión por abordarlo todo.
Pero no solo eso, también fue muestra de resistencia todos los que
pasaron por este grupo un par de sesiones, un par de meses a lo mucho, y que
veíamos como racionalizaban los motivos de su salida, preguntó amigos: ¿lo
señalamos? Unos dirán que sí, pero mi opinión es que francamente no, es más lo
que si llegamos a señalar fue a una silla como “la salada” como el objeto malo
como el lugar responsable de las deserciones, esto no solo atañe a los que
quedaron en el camino también ha habido otros tantos que han seguido en el
grupo pero lo han hecho mitad afuera mitad adentro, pregunto e invito a los
presentes, no nada más a mis compañeros del dispositivo a cuestionarse: ¿tenemos
la agudeza necesaria para ver y señalar estas manifestaciones? ¿Qué tanto
fuimos y seguimos siendo cómplices de las resistencias al trabajo grupal? Del
resultado cada quien dirá.
Sabemos que en la situación grupal se re actualizan los deseos infantiles
e insatisfechos, esos que creemos y que consideramos en pleno derecho de
reclamarle al grupo y que responsabilizamos de satisfacer o de frustrar, de
saciar en pro de nuestro placer, en ese sentido no faltó quien se saliera por
“que el grupo no cumplía sus expectativas” o porque “no encontró lo que
buscaba” o porque fue demasiado emocional y nada intelectual etcétera.
Por autores como Bauleo, Pampliega Quiroga, Didier Anzieu es que hemos visto el paralelismo existente
entre los procesos psíquicos primarios y procesos grupales, el imaginario del
grupo como un cuerpo omnipotente no sometido a la división ni a la muerte, llegado
a este punto he de mencionar algo apropósito de la inmortalidad y la noción de eternidad, recuerdo el comentario de una compañera,
decía y se preguntaba un poco angustiada que cada vez se acercaba más la fecha
final del “diplomado” a lo que alguien más la intento tranquilizar contestándole:
“no te preocupes, yo ya hice cuentas y parece ser que nos alargaremos mínimo
unos cuantos meses más” ¿Existirá en el grupo esta noción que plantea Pampliega
Quiroga en su artículo el grupo sostén y
determinante del psiquismo? Donde comenta que “construir un grupo es darse
recíprocamente la ilusión metafórica de ser un cuerpo omnipotente, no sometido
ni a la división ni a la muerte.
Pareciera que esto es algo que aceptamos como normal en la constitución
de experiencias grupales esto en oposición a fenómenos del alma colectiva o de
masas como sugiere Le Bon, ahora bien Mc Dougall complementa que la
constitución de grupos surge a partir de cierta organización y de erigir cinco
limitaciones o cinco condiciones para que se dé el fenómeno de la grupalidad, de
los cuales resalta como más importante el de la continuidad. ¿Pero continuidad dónde? ¿En el consultorio? Lugar
formal de encuentro durante cada sábado desde hace año y medio o continuidad a
pesar de ese espacio de 4 paredes que simula el vientre materno con sus 18
meses de gestación y que prepara el escenario donde nacerá un ser grupal.(aprovecho
para recordar compañeros que ya llevamos cumplidos esos 18 meses) Sabemos
también las relaciones que en ese sentido guarda el coordinador con los grupos
que forma, damos por hecho que no está exento de elementos contra
transferenciales, si la ilusión de su grupo es seguir en el vientre materno
será papel del coordinador movilizar esas ansiedades y en lugar de obturar o
abortar el proceso, posibilitar ahí un nacimiento con los costos que esto
implique. La separación.
Freud en psicología de las masas y análisis del yo comente que el
individuo insertado en la multitud experimenta una inhibición de la
intelectualidad, una anulación de la instancia crítica y esto concurre paralelo
con un aumento de la actividad afectiva o libidinal, agrega en ese sentido
Pichon Riviére “los integrantes de un grupo están unidos por constantes de
tiempo y espacio” (eso que llamamos encuadre) pero también por lazos
libidinales.
Cuando describimos a un grupo como metáfora de la madre, metáfora del
cuerpo fusionado, de aquella relación primara e indiferenciada, grupo como
sostén y lugar de encuentro de deseos insatisfechos y como escenario propenso a
atestiguar modelos transferencialmente repetitivos valga la redundancia, estamos
diciendo que la demanda de sujetos se re actualiza en el dispositivo grupal, el
integrante reclamara la satisfacción de sus necesidades psíquicas, de una
insistencia y una demanda constante de los otros para sí, “abordemos el texto
como dios manda” “no me gusta lo que el grupo hace ni como se dirige” “si van
hacer algo ahí me avisan” “me aburre escucharlos” y un largo etcétera que
cualquier persona que este cursando una experiencia grupal en serio, habrá de
notar cada día o cada sesión.
Si más arriba hable de la identificación como una marca principal contra
la ansiedad fusional que se vive en el grupo, lo hice pensando en los fenómenos
de las amistades (rotas o continuas) también pensando en el enamoramiento entre
integrantes del grupo, a mi parecer este fenómeno sintomático debe leerse en
contexto con esto mismo que plantea Pampliega Quiroga, como una solución de
compromiso, defensa ante la simbiosis, una manera que sirve para dar forma a la
ansiedad arcaica que convoca el grupo- a si ya no me preocupo por mi angustia flotante
que importa si me corresponden o no- pero es también una manera de desprenderse de
la ansiedad confusional que naturalmente se vive en estas experiencias, las
amistades, el estrechamiento de vínculos, el enamoramiento, las peleas son
formas de poner un límite, un dique al goce.
Esta visión de subjetiva que planteo la hago consciente que es un
alternante entre vivencia y teoría, que como juez y parte, es decir como
participe de esta experiencia grupal, el texto estará sujeto a precisiones y no
está exento de tensiones conceptuales, aclarado este punto finalizo este ensayo
con la siguiente cita:
“La historia que vengo de reseñar es no sólo fragmentaria si no sesgada,
cuanto lo puede ser una historia en la que uno mismo es o ha sido parte”
Bibliografía
·
Freud,
Sigmund. (Edición 2003). Tomo III "psicología de las masas y análisis del
yo". España: Biblioteca Nueva
·
Grinberg
León, Langer Marie, Rodrigué Emilio. (1961). Psicoterapia del grupo. Bs. As.
Argentina: Paidos.
[1]
Ponencia presentada en la cuarta reunión académica del equipo del diplomado de
formación como coordinadores de grupo operativo. Monterrey, Agosto 2014.
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